La última vez en la que te arriesgarte

¿Cuándo fue la última vez que te arriesgaste?

¿Cuántas veces has sentido que la monotonía te atrapaba delante de las letras? En esta nueva realidad en la que no solo cuenta ser un gran profesional, sino estar cada día presente para demostrarlo son muchas las ocasiones en las que nos sentimos tocados por la rutina. Por ello hoy te quiero pedir que te arriesgues como copywriter y que saques a relucir tus ideas sin miedo al qué pasará.

Cómo atreverte a lanzarte al vacío y volar con tus ideas

Si tuviéramos que diagnosticarle una enfermedad a las personas que viven en este planeta le diríamos con mucha tristeza que el miedo ha acongojado nuestros sentidos. Aunque el verdadero problema radique en que no se trate de un pavor a errar, a asomarse al barranco y descarrilar, sino al qué dirá el resto cuando sepa que nos hemos escapado de lo que se supone que está bien.

Te suena esta historia, ¿verdad? Quiero que te frenes un instante y recuerdes todas las veces que no te has atrevido a realizar cualquier idea, por loca que pareciera, porque te producía vértigo que el resto opinara que la locura mandaba en ti.

No estás solo. Todos hemos estado ahí. Yo el primero. Todos miramos de reojo cuando rompemos la cadencia de nuestra vida. Le repetimos al resto que el único que te acompañará siempre eres tú mismo y cuando retornamos al timón de nuestra existencia, nos sorprendemos temblando cuando girar es lo único que nos pide el corazón.

Todavía me acuerdo de cuando decidí dar un paso hacia atrás para atreverme a ser feliz. Un instante en el que decidí dinamitarlo todo para acariciar mi serenidad y felicidad. Ese instante en el que lancé por los aires nueve años de trabajo porque había encontrado un recoveco en este mundo acelerado en el que sentía que me encontraba en el lugar perfecto para desatar mis pasiones.

Los primeros días no podía evitar mirar hacia atrás. No me atrevía a contarle al mundo la decisión que acababa de tomar. Pensaba que me juzgarían, que pensarían que estaba loco, que cuchichearían entre ellos y un día me percaté de que solo hay una persona que necesito que esté orgulloso de mí y esa soy yo mismo.

Por lo tanto: salta. Lánzate contra los miedos. Vuela sin temor a caerte. Si te atreves, los sueños y las palabras se convertirán en alas.