Maldito síndrome del impostor

El maldito síndrome del impostor

«Hola, me llamo Carmelo Beltrán y soy un profesional de…».

¿Alguna vez has sentido pánico por terminar esta frase? ¿En alguna ocasión has experimentado la sensación de que no te corresponde dedicarte a lo que te da de comer?

Seguro que sí. No en vano, te ha tocado vivir en esta maravillosa época de posibilidades y lastres a partes iguales, que probablemente sea la mejor de toda la historia.

Se conoce como «síndrome del impostor» y bienvenido al siglo XXI, donde atenaza a casi todos por igual. Solo unos cuantos privilegiados se salvan y tú tienes que convertirte en uno de ellos.

¿Qué es el síndrome del impostor?

La Wikipedia —que es una enciclopedia tan buena como cualquier otra— lo define como «un fenómeno psicológico en el que la gente es incapaz de internalizar sus logros y sufre un miedo persistente de ser descubierto como un fraude».

¿Te suena de algo? ¿Te sientes identificado? Si te soy sincero, yo creo que durante toda mi carrera me he sentido apresado por él, ¿sabes por qué?

El hecho fundamental es que me dedico a una profesión que no tiene absolutamente nada que ver con lo que estudié en la Universidad. Yo me gradué en Derecho y Administración y Dirección de Empresas, lo que con copywriting —o marketing, por ser un poco más generosos— tiene cero o nada que ver y, cómo son las cosas, que jamás he llegado a pisar un puesto de trabajo relacionado con aquello y desde el primer momento me decidí por este camino.

También es importante que mi decisión fue parte de una rebelión personal en mi familia. Yo fui de esos a los que sus padres impusieron qué estudiar —culpa mía, por supuesto, por no haber sabido contarles cómo me sentía y no plantarme en ese momento—, por lo que desde la primera clase de Derecho Internacional Público estuve driblando a mis oportunidades laborales estándar para encontrar otras que me permitieran darle rienda suelta a mi creatividad, a mi pasión por la escritura y la comunicación.

Y tercero —si me aceptas el consejo de copywriting en este momento, el número tres provoca un gran impacto en la mente de tu lector— el último salto sin red lo he dado hace relativamente poco —unos cuatro meses—, que ha sido cuando he decidido que la única meta a la que miro con todas mis fuerzas en este momento es la de convertirme en mejor copywriter cada día.

¿Cómo ha influido el síndrome del impostor en mi día a día?

Mira, si te soy sincero te tengo que admitir que cuando trabajo solo el síndrome del impostor no me provoca ninguna clase de ansiedad. Es sorprendente, pero es así. Puedo hablar con clientes, llegar a acuerdos, pactar encargos y que no portar a mi espalda una sensación constante de ahogo.

De hecho, cuando después empiezo a trabajar por mi cuenta me lo paso tan bien que cualquier mal pensamiento me parece, simplemente, imposible. Perderme entre las palabras, buscar las más adecuadas, disfrutar de la posibilidad de ayudar a una persona escogiendo las importantes —lo que te decía, de nuevo otros tres elementos— es lo que más feliz me hace en este mundo.

Sin embargo, todo se derrumba —o derrumbaba, que cada vez lo llevo mejor— cuando en lugar de solo trabajo en un equipo.

Ahora soy capaz de racionalizarlo, pero cuando empecé en este mundo hace ya unos cuantos años tan solo me derrumbaba. Sentía que tenía que estar demostrando en todo momento a mis compañeros que era un profesional a la altura y no un joven que había optado por esto del copywriting —que muchos ni sabían lo que era— porque me gustaba escribir y ya está. Del mismo modo que dejarles claro a mis compañeros que sí que habían estudiado formaciones relacionadas con el marketing que el hecho de que yo hubiera escogido otro camino y hubiera llegado a este por una bifurcación no me convertía en peor opción para trabajar.

¿Cómo se supera el síndrome del impostor?

Me parece una buena pregunta, pero creo que no dispongo de una respuesta a la altura.

Lo fácil sería decirte que sí, que con el tiempo, pero creo que es más una cuestión de pelear por ello, de creerte que eres bueno, de hilar buenas sensaciones y que, al final, un día ya no te acuerdas de esto del síndrome del impostor.

En un tema tan interesante como este me encantaría saber tu opinión. Así que como siempre te dejo abiertos los comentarios por si quieres realizar cualquier tipo de aportación.

¡Muchas gracias por leerme!