Los días en los que no trabajé con concentración

Los días en los que no trabajé con la concentración necesaria

¿Cuántas veces has sentido que estás escribiendo sin prestarle atención a tus palabras? Cuando eres copywriter, trabajas cada día con textos. Por ello, no te puedes permitir el lujo de que algunos no cobren la misma importancia para ti. Por eso, hoy quiero hablar contigo sobre que es fundamental que estés concentrado cada vez que escribas.

El copywriting y la escritura carecen de sentido sin atención

Aunque no forma parte de ningún refranero popular, debería ser así, porque si erras en ellos se acabó la partida.

Sabes que en estas reflexiones pongo siempre la sinceridad por encima de todo lo demás y por ello te quiero contar que yo soy el primero que sucumbe ante la desconcentración de tanto en tanto.

Sin embargo, soy consciente de ello y por ese motivo trato de encontrar un remedio que me permita centrarme con todavía más fuerza.

¿Existe una fórmula mágica para trabajar siempre concentrado?

Me encantaría responderte que sí, pero la dura realidad es que no. Cada trabajador somos un mundo y cada uno de nosotros nos enfrentamos a nuestros propios fantasmas y pensamientos cuando llega el silencio y nos quedamos cara a cara con la pantalla del ordenador.

Por eso te puedo contar en estas líneas cuál ha sido mi táctica, pero no te puedo prometer que funcione en tu caso.

He necesitado que varias personas me llamen la atención ante errores tontos que podrían haberse evitado si hubiera escrito con los cinco sentidos delante de la pantalla. Todos fallamos. Eso no se puede cambiar.

Pero sí que es cierto que hay un conjunto de patinazos que se produjeron porque yo no estaba donde tenía que estar, porque me había confiado o porque tenía prisa (da igual el motivo final), así que quise ponerle remedio.

¿Qué cambios practiqué?

Me prometí concentración. No se trata tanto de virar la manera en la que trabajaba, sino en ser consciente cada vez que estaba delante del papel de que no era infalible, de que me podía equivocar y de que los errores se pueden pagar muy caro… ¡y no estaba dispuesto a hacerlo por despistes!

Por ello me comprometí a bajar una marcha a la hora de redactar mis textos. Me prometí que siempre lo repasaría con la tranquilidad que necesita un copywriter. Y, finalmente, que comprendería que he llegado hasta aquí para divertirme escribiendo, así que no quería pasar el mal trago rápido, sino que quería disfrutar de cada una de las teclas que pulsara.

Está en tu mano ser mucho más profesional. ¿Aceptarás el desafío?