Esos malos días...

Para esos días malos…

¿Te has mirado al espejo? Dime qué es lo que ves. Un ser humano, ¿verdad? Una persona de carne y hueso. A la piel le son adherentes los sentimientos. No eres una máquina. Así que habrá días que llames malos.

Cómo enfrentarte a los días malos

Todos tenemos días malos. Tú y yo y cualquiera más que esté leyendo estas palabras.

Días malos porque las palabras no salen, el sueño apremia y las ganas de trabajar priman por su ausencia, aunque encadenemos jornadas y jornadas positivas.

Días malos porque la vida nos golpea. El mundo se encuentra a nuestra vera y es imposible evitar la adversidad. Tú eres tú y tus circunstancias y estas son capaces de desterrar las energías de tu lado en cualquier momento.

Días malos sin motivo. Jornadas en las que te levantas con las lágrimas bordeando los ojos. Noches en las que te percatas de que no has sonreído ni una sola vez. Días, en definitiva, en los que preferirías no haberte levantado.

¿Cómo enfrentarte a estas situaciones?

Ojalá tuviera una varita mágica y te pudiera ofrecer la solución a las mañanas que aparecen nubladas, pero la realidad es que ni siquiera Merlín hubiera podido enfrentarse a la oscuridad más terrible.

Si te digo la verdad, días como estos solo sé tratarlos de dos maneras. 

La primera solución es la rápida y ya sabes que en la vida no existen atajos. Jornadas en las que decido saltar el mundo por los aires y me prometo que haré otra cosa para distraerme, cuando la realidad es que termino sentado en el sofá, mirando el techo, perdiendo el tiempo y sin disfrutar. Todo ello si no acabo cayendo en algo todavía peor.

La segunda es la positiva. La que recomiendo. La manera de terminar el día con una sonrisa. Aprieta los dientes y continúa. Haz todo lo que puedas. Seguro que hay cuestiones que puedes posponer, pero otras son el núcleo de tu actividad y no pueden quedarse a medias. Son ellas en las que tienes que centrarte.

Agárrate los machos y continúa. Céntrate de la mejor manera que puedas. Olvídate del teléfono y de internet para conseguir finiquitarlos a tiempo.

Y cuando lo hagas, mírate de nuevo en el espejo y sonríe. Has vencido a la apatía.

Ahora escribe, escribe y vuelve a escribir.Para aquellos días malos..

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